Emancipar o dar voz a otros
Propia de los modelos de
investigación participativa. Está orientada a que los participantes narren sus
experiencias, reflexionen sobre ellas y le otorguen un significado colectivo,
en el marco de su propio contexto cultural y con su propio lenguaje.
La narración colaborativa
impugna el concepto de “otredad”, por cuanto es colectiva. El concepto del
“otro” se sumerge en “el todos”, es decir los que forjan el significado de sus
propias experiencias y conocimientos.
Los participantes tienen voz
respecto a la manera de cómo narran y discuten sus vivencias y tienen voto para
decidir el modo en que socializan la palabra en colectivo. En consecuencia, para
que la narración colectiva pueda representar una multiplicidad de voces debe en
primer lugar, incrementar el discernimiento moral y ético entre los
participantes, en procura de la transformación social. En segundo lugar, deben
aproximarse a una noción colectiva de comunidad, sustentada en la interacción y
en el carácter vivencial, cotidiano, experiencial de las diversas situaciones sociales
que se reproducen en colectivo.
En la narración
colaborativa, se parte del supuesto que todos tienen algo importante que decir,
con opiniones y dilemas específicos para alimentar de manera recíproca las
vivencias de los otros. Es una manera de reposicionar el discurso que se
desarrolla en la noción colectiva de comunidad.
En tal sentido, cuando se
narra y se describir lo que se siente, se cuentan abiertamente las experiencias,
se despliega un sinnúmero de interacciones personales, con respeto hacia el
colectivo y con muestras de solidaridad cuando se comparte genuinamente el
discurso de “lo bueno y lo malo”.
En el proceso
de narración colaborativa se despliegan un conjunto de acciones y habilidades
cognitivas, expresivas, lingüísticas y sociales, tanto por quien representa la
experiencia y la cuenta, como por quien funge como el interlocutor, el que
escucha e internaliza la experiencia. En tal sentido, el narrador principal establece
relaciones de espacio y tiempo para ubicar a los interlocutores, a los miembros
de la comunidad en un contexto
determinado. Asimismo, elabora y socializa las representaciones mentales de
las ideas, de las cosas y de los personajes que pueden ser compartidas y
complementadas por el resto de la comunidad. En lo concreto, el narrador principal conoce su perspectiva,
por lo que es capaz de describir y
reflexionar acerca de su experiencia, mientras que el resto de la comunidad
interpreta el discurso del narrador, lo comparte y lo hace suyo.
Compartir la experiencia en un colectivo le confiere a la narración un sentido lógico, argumentativo, crítico que conduce a revalorizar y alimentar el discurso con nuevas ideas, lo que constituye el eje central de la narración colaborativa.
En imagen el Museo de Arquitectura, luego del dictado del Taller Experimental de Fotografía con Felix Gerardi, en el año 2019. Quienes vivimos la experiencia, narramos de manera colaborativa nuestras vivencias.
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Para profundizar el tema expueto los invito a revisar el siguiente artículo
Zerpa A., I. (2012). La experiencia de narración oral: un espacio para profundizar procesos identitarios con perspectivas de género en el CEM UCV. DIversité REcherches et terrains, (3). Disponible
https://doi.org/10.25965/dire.332
Teresita Pérez de Maza
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