En la investigación cualitativa los relatos, las narrativas e
historias de vida dan cuenta de las subjetividades de los sujetos y del
conocimiento que se construye en relación con los saberes vinculados a la vida
cotidiana. En consecuencia, una de las cuestiones más importantes que plantea
la narración es la relación que se establece entre la persona que narra y su historia
en particular.
Para Edmund Husserl, el padre del método fenomenológico,
existe un trasfondo en “el medio vital cotidiano” que se revela y se impone
para explicar e interpretar el mundo, a
través de realidades vivenciales que son determinantes para la comprensión de
la realidad social y de los estados de conciencia de los sujetos frente a esa
realidad. Para este filósofo alemán existen muchas orientaciones y
procedimientos metodológicos para abordar con rigor la situación vivida y
llegar a constatar lo que el sujeto vio, narró o vivió.
Una orientación postmoderna es la inclusión del género como
un principio organizador que modela las historias que dan sentido a la vida,
como es el caso de los movimientos feministas, que no solo adoptan un enfoque netamente
fenomenológico que se opone a los modelos clásicos androcéntricos (centrados en lo masculino), sino que también reivindican construir una epistemología ginecocéntrica o feminista, propuesta
emergente y emancipadora que cuestiona los sesgos del género en la historia,
las ciencias exactas y sociales, la filosofía entre otros cimientos del
conocimiento.
Esta tendencia postmoderna de la fenomenología, ampliamente
apoyada por los catedráticos Norman Denzin,
Yvonna Lincoln, Miguel Martínez Miguélez, entre otros investigadores,
inscribe la participación femenina tanto como investigadoras o como objeto y
sujeto de la investigación. Yendo un poco más allá, tal como lo planteó Paulo
Freire se trata de un proceso de concientización colectiva del género femenino,
donde las mujeres colectivizan sus propias experiencias y se apropian de su
propia historia.
Amparada en lo expuesto, y en razón de un caso demostrativo
de como las mujeres narran y tejen historias, he de rendir un pequeño y sentido
homenaje a una noble mujer: Elena
Josefina Guerra Valdivieso (1932-2025), con quien compartí una sincera
amistad, mientras tejía sus historias sobre su pueblo natal Río Caribe en el
Estado Sucre, o cuando trataba temas de actualidad sobre el proceso político
venezolano, referenciados en los programas de radio que solía oír, aderezados
con su chispa crítica y asertiva.
Elena narraba y tejía historias, dos formas para construir y
contar sus relatos. Cuando narraba contaba hechos reales con una secuencia
coordinada en tiempo y lugar, de una manera muy creativa. En un proceso más
profundo entrelazaba relatos, experiencias, vivencias, similar al “acto físico
de tejer”, para formar un entramado o tejido de ideas, hasta conformar una
historia completa y coherente.
Mientras tejía sus historias, buscaba dar sentido a la vida, estableciendo
lazos entre personas y lugares. Así entonces, Elena conectaba su pasado con el
presente, y hasta con el futuro; de tal manera, que sus historias no eran
lineales, sino que se movían en una espiral, que convocaba las voces e
historias de otros y otras.
Esa forma de contar historias, atrajo el interés de dos
investigadoras por sistematizar e indagar en profundidad los relatos que Elena
proporcionaba sobre las mujeres luchadoras de Rio Caribe. La educadora Beatriz
Tancredi Guerra (hija de Elena) y la historiadora Pilar Figueroa Salazar se focalizaron
en los relatos familiares sobre la prima Luisa Esther Larrazábal (1916-1945) con la intención de reconstruir la historia de
vida de esta joven mujer, quien conjuntamente con otras mujeres sentaron las
bases del feminismo en Venezuela, en el periodo histórico que le tocó vivir, en
la primera mitad del siglo XX.
Elena Guerra proporcionó descripciones histórica y
geográficamente contextualizadas, sobre la base de sus saberes, convicciones y
motivaciones, Esto favoreció la búsqueda hemerográfica de datos e información
para reconstruir episodios de la vida de Luisa Esther Larrazábal tanto en Rio
Caribe, cuando era niña, como en Caracas donde se destacó como activista social
contra la dictadura de Juan Vicente Gómez, además de formar parte del Grupo
Feminista Orión. Identificar los rasgos físicos de Luisa Esther fue posible
gracias a las fotos familiares que celosamente guardaba Elena, lo que sirvió
para ilustrar el libro que se estaba gestando, producto de la investigación historiográfica
que adelantaba Tancredi y Figueroa y que se publicó un año antes de la partida
física de Elena, en el 2024.
La actuación de Elena Josefina Guerra Valdivieso como “tejedora de historias” se inscribe en las diversas posibilidades de la
investigación historiográfica, en la que las narrativas representan las
realidades vividas y se convierten en texto, donde los datos e información no
son preexistentes, sino que se construyen como un proceso de creación asentado
en experiencias vitales.
Teresita Pérez
Comunidad Praxis
Vivencial e Investigación